miércoles, 4 de julio de 2018

LGTBI+

El gobierno de Theresa May no quiere que la comunidad LGTBI+ deba esconderse o sentir vergüenza por su orientación sexual, incluso que esto sea motivo de discriminación en colegios, trabajos o en la vida diaria de los británicos.

Según declaraciones a la cadena BBC, May ha asegurado que “nadie debería ocultar cómo es” y por ello, ha querido tomar decisiones de calado al respecto. Más aún tras una encuesta realizada a 108.000 personas del colectivo LGTBI+, que les ha servido de base para sacar adelante 75 puntos para mejorar la situación actual que implican: creación de un consultorio de salud específico, luchas contra la discriminación e incrementar la diversidad en instituciones como puede ser la enseñanza.  

Entre los puntos analizados, hay uno en concreto que ha llamado la atención. Al parecer, un 2% de los encuestados dice haber sufrido prácticas relacionadas con terapias de “conversión sexual” y un 5% apunta que se las han ofrecido. Estas cifras, por muy bajas que puedan parecer, apuntan a que aún existen personas que creen que pueden “curar” la homosexualidad con diferentes técnicas. Y eso que en 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, en inglés) eliminó este término del “Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales” y en 1990 la Organización Mundial de la Salud, la eliminó de su Clasificación Internacional de Enfermedades. Pero esto no ha frenado a muchos a seguir ofreciendo su ayuda a quienes quieren dejar de tener esos sentimientos.

.No existe una guía básica para “dejar de ser gay” pero, actualmente, todavía podemos encontrar “terapeutas” que dicen tener una fórmula mágica por la que dejarás de sentir atracción por gente de tu mismo sexo (terapias exgay). Desde la APA, advierten sobre ello: “La homosexualidad no es una enfermedad. No requiere tratamiento y no puede cambiarse. Pero hay algunas personas que buscan un cambio como resultado de la coacción de miembros de su familia o de grupos religiosos”. Es ahí donde aparecen los terapeutas que prometen resultados.

Según un artículo publicado por el British Medical Journal en 2004, en los años 60 y 70 se llevaban a cabo prácticas que incluían descargas eléctricas o el consumo de drogas que provocaban náuseas mientras el paciente veía imágenes eróticas homosexuales. Otros métodos implicaban el psicoanálisis de la persona intentando dar con el origen de esta atracción (abusos sexuales, relación afectiva con los padres…), tratamientos con estrógenos para reducir el libido sexual de los hombres (como si eso supusiera un avance en la curación), incluso terapias de electroconvulsión en el que podrían llegar a ser muy peligrosas para el cerebro.



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