sábado, 7 de diciembre de 2019

la felicidad

Lección 1 de felicidad: sufre, sufre?

El primer paso para ser feliz es permitirte no serlo. Sólo los psicópatas y los muertos nunca son desgraciados. Permítase ser un fracaso y deprimirse, equivocarse, pifiarla… a veces.

Lo siento, pero suena a autoayuda.

Pues disfrútela, hombre. La diferencia entre estar deprimido y ser un depresivo es que el deprimido de vez en cuando se permite estarlo y aprende a gestionar sus emociones. Yo he conocido psiquiatras y psicólogos que tendían a deprimirse…

No diría yo que no sean mayoría.

Porque son y somos humanos, pero sabemos que podemos avanzar y gestionar los malos momentos, porque ya hemos superado otros.

¿No es pensamiento positivo banal?

Lo sería si fuera mera autoindulgencia. Y la diferencia es que el autoindulgente se focaliza en el placer: alcohol, sexo, drogas…

Sería muy previsible demonizarlas.

No lo haré. Es cuestión de moderarse, pero el autoindulgente se permite abusar, porque cree –en el fondo de todo pecado está la soberbia– que podrá controlarse cuando quiera. Lo mismo les pasa a quienes centran toda su existencia en el trabajo…

Permiten a otros diversificar sus vidas.

Pero no trabajan como posesos para ayudar, sino también por soberbia; por sentirse imprescindibles. Nos amenazan con su jubilación y cuando al fin se jubilan nadie les echa en falta y ellos se mueren de aburrimiento.

¿Por qué lo que amamos nos mata?

Porque no lo amamos por su sentido, por los demás, sino por nuestra obsesión. Y la vida es buscarle su sentido. Y, sin embargo, nos dejamos llevar por los impulsos, aturdidos de un lado a otro sin saber qué es urgente, qué es importante y qué le da sentido de verdad a cuanto hacemos.

Defina sentido.

Podemos dar sentido a la vida por tres vías: las relaciones con los demás; el trabajo que hacemos para los demás; o el sufrimiento y las penalidades a las que damos sentido para ayudar a los demás.

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