A veces pensamos en los accidentes mortales que hay en la carretera y nos acordamos de los nuestros por si al salir de casa nos dan un beso, nos dicen un hasta luego y al cabo de unas horas suena el teléfono o llaman a la puerta para dar la mala noticia de que tu familiar ya no volverá jamás.
O cuando tenemos un familiar con una enfermedad terminal que se va al hospital en la planta de paliativos y ya no regresará a casa a pasar otra navidad en la mesa de nochebuena.
Una despedida inesperada o esperada inevitablemente. Vivir cono voluntaria en paliativos en el hospital me ha dado la oportunidad de hacerme más fuerte y afrontar la enfermedad y la muerte detrás de la barrera de lamplaza de toros. Por que muchos torean la enfermedad intentando luchar contra la muerte.
lunes, 7 de enero de 2019
Un adios sin regreso
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