Hoy he atendido a una señora mayor de unos ochenta años. Sola sin hijos ni maridos ni familia alguna. Había sido voluntaria en el mismo hospital donde estoy yo. Lloraba desconsolada y agarrándome las manos con fuerza rogándome que no quería volver a su casa. Que no quería estar sola. Que quería morirse. Su marido murió hace dieciocho años de cáncer. Había sido carpintero y lo conoció en la casa donde ella trabajaba. Pasaron los años pero los hijos no vinieron y fueron felices mutuamente hasta que se quedó viuda. La soledad, los años, los recuerdos, la salud que ha mermado muy rápidamente en poco tiempo. La depresión se afianza en su mente y de aquí no encuentra salida. Regalarle unas horas a personas cono ella no tiene precio.
Quizás deberían pensar los políticos en hacer leyes donde haya atención domiciliaria a personas solas. Voluntarios que vayan a a hacer compañia, a hacerles la compra.
Me voy a la cama muy triste . Aunque le he leído algunas páginas y le he dado conversa me quedo triste por no poder hacer más. Falta tanto amor para dar y recibir....
Yo también estoy cansada.
Pero hay que levantarse pensar en positivo y seguir adelante. Buenas noches.
viernes, 1 de diciembre de 2017
Triste soledad
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario